sábado, 25 de julio de 2009

Arrocha, pieza a pieza

Creada con el objetivo de promover el diseño escénico cubano, la Galería Raúl Oliva es sin duda uno de los espacios más interesantes y dinámicos en medio del actual panorama de las artes escénicas en Cuba. La actual exposición que exhiben, dedicada a la obra del destacado diseñador cubano Eduardo Arrocha, Premio Nacional de teatro en el 2007, da fe de un trabajo que, poco a poco, va dejando jugosos frutos. Antecedente de esta labor es la encomiable investigación del diseñador Jesús Ruiz, director de la joven institución, empeñado en preservar las imágenes que dan cuenta de devenir del diseño teatral en la Isla.

Una amplia muestra de bocetos y maquetas de escenografía y vestuario, realizadas entre 1959 y el 2008, conforman la exposición personal Arrocha, que incluye además los trabajos iniciales de este creador, sin duda, una de las figuras más destacadas de nuestra escena. Sobresalen en la muestra los trabajos realizados para Danza Nacional de Cuba entre los que destacan piezas tales como Suite Yoruba y Medea y los negreros, con coreografía del maestro Ramiro Guerra.

Para el teatro Eduardo Arrocha realizó la imagen de obras muy notables entre las que podríamos mencionar Bodas de sangre, bajo la dirección de Berta Martínez; Concierto Barroco, con puesta en escena de Raquel Revuelta; La otra tempestad, con firma de Flora Lauten; y más recientemente Escándalo en la trapa, puesta de Tony Díaz, que dio al diseñador varios premios importantes y sobre todo el reconocimiento unánime de la crítica y el público. Es quizás esta última puesta, profundamente experimental en el manejo del concepto y de los materiales, la que nos permite mirar el ascenso de una trayectoria que no aún cesa y que está marcada por la indagación constante.
La experimentación y el rigor, tanto en la exposición de las ideas como en lo que atañe a la realización y concreción final de las propuestas, son características que sustentan la obra del maestro en diálogo constante con lo mejor de nuestra tradición cultural. Los vestuarios de Arrocha calan de manera definitiva lo cubano; aportan un perfil muy peculiar de lo que somos y develan las esencias vivas al interior de los hombres y mujeres que habitan la Isla. Particular relevancia tienen en ese mural que devuelve una imagen siempre fluctuante, siempre en metamorfosis, las deidades que el diseñador nos presenta. No por gusto los curadores han mostrado de forma independiente las diversas Yemayás que Arrocha ha entregado a la escena. Son esos trajes testimonio de una sensibilidad extraordinaria para percibir a la orisha como metáfora de algo imperecedero –la mujer, la isla, el mar que siempre nos rodea--, capaz de materializarse en los más diversos avatares.

Es esa posibilidad de mutación, esa peculiar manera de registrar las esencias y devolverlas en una síntesis que enriquece y aporta nuevas connotaciones, la mayor virtud de Eduardo Arrocha. Sus piezas, barrocas y sensuales, dejan fuera toda gratuidad o adorno y se concentran en lo que fluye al interior de esos cuerpos en vida que presagian sus bocetos. Si algo sabe el diseñador es que trabaja para el movimiento, para la danza, y que su obra ha de ser completada en una creación total que va más allá de aporte individual de uno u otro.

La Galería Raúl Oliva ofrece una particular visión de Arrocha que se pretende totalidad y se sabe juntura de fragmentos, señales para una antología que abre las puertas a futuras investigaciones, que obliga a una mirada más detenida, que valoriza desde un punto de vista objetivo y llama la atención sobre un devenir que sienta pauta y que debemos tener en cuenta para pensar el teatro en Cuba hoy y mañana.

1 comentario:

Yamil Cuéllar dijo...

Contento de saber que tienes un blog. Un abrazo.