lunes, 18 de mayo de 2009

Federico de Noche: sueños de un poeta niño


La infancia del niño que fue Federico García Lorca, vista a través del prisma de los sueños, surge de manera inusitada en la puesta escena de Teatro de las Estaciones, sin duda, el más notable colectivo titiritero de Cuba. Con texto original de Norge Espinosa, a partir de poemas y obras juveniles del poeta granadino, la obra nos hace penetrar en un espacio onírico, en el que confluyen obsesiones, deseos, miedos y premoniciones de un niño.

El viaje, en el que títeres y grandes esperpentos conforman esa materia indeleble de la que están hechos los sueños, es también un viaje a sí mismo que me hace pensar en Ruandi, esa pieza mayor de nuestra dramaturgia para niños que escribiera Gerardo Fulleda León. Y es que quizás habría que imaginar el periplo soñado que la obra presenta como un peculiar ritual de paso, en el que el niño descubre su nombre, sus ser y la poesía misma que se oculta en las pequeñas cosa.

Teatro de figuras, la puesta se regodea en la creación de un mundo de ensueño en el que el diseño, a cargo del experimentado Zenén Calero, forma parte de una trama en la que interviene también la alternancia de formas y colores, confluencia instaura una diversidad que se amplifica por la integración de géneros diversos y de distintas técnicas de animación, que incluyen las formas más contemporáneas y también aquellas, tradicionales, que practicó el propio Federico.

En cuanto a la interpretación, acorde con el altísimo nivel a que nos tiene acostumbrados el Teatro de las Estaciones, considero importante resaltar la presencia en el elenco de un grupo de actores-titiriteros muy jóvenes, entre los que destaca, sin duda, el joven Yerandy Basart en los roles de Federico y Don Cristóbal. Mención especial merece la banda sonora creada por Elvira Santiago y en la que participan intérpretes de la talla de Bárbara Llanes. Esencial en la dramaturgia de la puesta, la música propicia la aparición de atmósferas y nos hace disfrutar con todos los sentidos.

Renovación y maestría, dan fe del rigor que caracteriza la labor de este colectivo que, lejos de ir tras fórmulas ya probadas y exitosas, asume riesgos permanentes y avanza en una investigación que les permite sustentar una poética muy sólida.

Federico de noche, segunda pieza que Teatro de las Estaciones dedica al creador de Poeta en Nueva York, impacta por su eficacia y deviene un canto en el que teatro y poesía se juntan para presentar a los más pequeños la vida y los sueños de un gran hombre, cuya infancia imaginada es síntesis de una formación en el amor a la justicia y a la belleza.

No hay comentarios: