Invitada por la Casa de las Américas y por segunda vez en Cuba, la actriz y cantante Regina Orozco presentó en La Habana su más reciente espectáculo Rosa Mexicano. La obra, perteneciente a la tradición del cabaret político, constituye un recorrido por la historia de México donde quedan expuestos los principales rasgos idiosincráticos que signan a sus pobladores a partir de la puesta en crisis de aquellas imágenes estandarizadas a las que son reducidos nuestros pueblos desde el prisma de la imperante maquinaria globalizadora y neoliberal.
Retrato del ser nacional, la puesta se inicia con un Chac Mool –nombre que sabemos fue aportado por el descubridor de la conocida escultura de origen tolteca sin que tuviera relación aparente con su significado-- que canta “México lindo y querido”. La pirámide de Chichén Itzá y un guerrero prehispánico, ataviado con un falso vestuario de lentejuelas, encargado de manipular la parlante cabeza del dios y presto a sacrificar a un niño en su honor, completan la imagen inicial que junta las visiones más exóticas y estereotípicas a la vez que intenta la síntesis del pasado.
En ese primer cuadro Regina incorpora a la india sumisa y a la madre abnegada –la Malinche-- que desde el “respeto” a sus costumbres avizora la inminente llegada de los europeos que la respetarán –dice-- “por sus facciones indígenas y por ser mujer”. Comienza de este modo la profunda ironía con que se revisan cada uno de los fragmentos de la historia. De este modo parodia y análisis psicosocial se superponen en la puesta.
Los enormes sombreros y las plantaciones de Agave o Maguey --planta a partir del la cual se producen el mezcal, el pulque y el tequila, bebidas típicamente mexicanas--, la mujer sometida, la borracha que junta alcohol y lágrimas, alternan con las crudas imágenes de los sucesos de octubre de 1968, que irrumpen en la aparente calma de un inusitado paseo televisivo al que asistimos de mano de la “Miss México” de ese año, un personaje extraordinariamente tonto que da cuenta de la falta de memoria que entronizan la banalidad y el consumismo desenfrenado. “Identidad desmemoriada –nos dice Fernando Buen Abad-- que borra, a punta de Tequilas, la lucha de clases, el sometimiento y humillación de los trabajadores desaparecidos a la sombra de la ‘época dorada’ con actores y cantantes ‘populares’”. [1] La reflexión nos conduce a un muy contemporáneo árbol de la vida y la realidad en su país, del que cuelgan pequeñas mujeres que recuerdan las complejas situaciones que viven Oaxaca, Atenco, Ciudad Juárez, etc.
Fuertes conflictos sociales, inconformidad ante el fraude electoral que arrancó de la presidencia a López Obrador, la historia de mujeres desaparecidas, asesinadas, violadas… son denuncias nítidas que se enfatizan al evidenciarse el silencio que suele rodear a estos fenómenos, usualmente acallados y sustituidos por una enorme avalancha de “información” fútil.
Un momento particular es el que se dedica al tema de los migrantes. Las imágenes de Tijuana en el video de Alejandra Sánchez que sirve de clip a “Lejos de ti”, una de las más estremecedoras canciones del espectáculo, expone desde el dolor las terribles circunstancias de vida que obligan y aniquilan a muchos mexicanos que intentan ingresar en el territorio estadounidense.
Dueña de un histrionismo inusitado que tiene en la sencillez y humildad de la artista su más fuerte valor, Regina Orozco logra establecer una comunicación muy estrecha con el auditorio. Su voz extraordinaria le permite de igual modo transitar por los diversos géneros de la música popular de su país, incorporando en cada caso la peculiar idiosincrasia de los personajes por los que transita.
Diversos tipos populares femeninos encuentran aquí su propia voz al identificar circunstancias y peculiaridades de la vida en México con el contenido de temas antológicos que forman parte del patrimonio sonoro de esa nación y, entre los que se encuentran junto a las ya mencionadas “México lindo y querido” y “Lejos de ti”, piezas tales como “Un mundo raro”, “Cucurru cucú paloma”, “La Delgadina”, “Rebozo de seda”, “Perfidia” y “Alma mía”.
El carisma de la actriz, la ingenua maldad con que va deslizando un tema tras otro, la gracia con que transita por cada personaje, la incontenible energía que despliega encuentra un extraordinario apoyo en los músicos que dirige Rodolfo Ritter y en Roberto Cabral, a cargo de la producción artística y asistente en escena de Regina, interpretando a La Nana que funge como contrafigura de la diva. Todos, parte de un equipo que integran también León Faure y Juan Larios.
El pasado precolombino, la conquista y la colonización, las revoluciones de 1910 y la matanza de Taltelolco, los nacionalismos y también la familia, la artesanía, las tradiciones, la Virgen de Guadalupe que carga todas las culpas, la reflexiones de Octavio Paz en El laberinto de la soledad y de Guillermo Bonfil en México profundo, la picante salsa valentina, el chile y el tequila, las migraciones y las decepciones sociales que vive ha vivido la nación mexicana convierten el espectáculo en una encrucijada donde confluyen bajo el prismas de un ojo inquisitivo historia y antropología.
Más allá de preguntar quiénes somos, la propuesta de Regina Orozco interroga sobre lo que hacemos y hemos hecho como protagonistas de ese devenir. Revisar las acciones cotidianas, desmontar los estereotipos, denunciar los olvidos, las negligencias, la falta de compromiso nacional y político y a la vez honrar la tradición viva de su pueblo son sin duda estrategias que hacen posibilitan desde la escena un diálogo intenso con el público. Sea tal vez por eso que sólo unos días después de conmemorarse un año de las fraudulentas elecciones del dos de julio y justo luego de haber presentado su obra al público cubano la Megabizcocho –así llaman muchos de sus admiradores a la carismática actriz y cantante—convocara a los mexicanos a una función pública de Rosa Mexicano en el Zócalo, la misma plaza que un año antes acogió aquella inmensa manifestación de pueblo en apoyo a López Obrador.
[1] Fernando Buen Abad: “Cultura de la borrachera neoliberal: demagogia, nacionalismo y saqueo”, Rebelión 16-04-2007. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=49744
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